EL CONSUMO DE FELICIDAD

 ¿Qué es lo que necesitamos para ser felices?
La felicidad no se mide, no se compra, ni se roba, ni siquiera se gana en un sorteo. La felicidad no se posee. No se dona ni se presta, ni tan sólo se deja en herencia. Ni siquiera se llega a ella diseccionando la vida con la precisión de un cirujano.
Un concepto abstracto tan deseado y buscado ¿verdad? y tan efímero. Saborearlo es increíblemente satisfactorio  y cómo las cosas buenas de la vida, se esfuma apenas te has dado cuenta que eres inmensamente feliz.
Un instante, unos meses, unos años o toda la vida. Hay quien te dirá que es feliz todo el tiempo, o quien afirma haberla sentido en muy pocas ocasiones. Al fin y al cabo, la felicidad es un concepto tan subjetivo e intrínseco que, podría afirmar que, cada uno de nosotros es feliz de manera diferente, y consume la felicidad de una manera diferente.
Aristóteles afirmaba que la felicidad es la aspiración máxima de todos los seres humanos, y sentirla y vivirla era casi un estilo de vida, para ello era muy importante la virtud y la espiritualidad. Epicuro en cambio, no creía que la felicidad proviniera solamente del mundo espiritual, si no que podríamos encontrarla en conceptos un poco más terrenales cómo la amistad (por encima del amor), la libertad y el tiempo para escucharnos.
No está mal ¿verdad?.
Está claro que Epicuro llevaba gran razón y se acerca bastante al concepto que todos hemos ideliazado como «FELICIDAD». La ausencia de sufrimiento, el pensamiento crítico y el saber prescindir de aquello que nos da placer momentáneo.
Entonces ¿que son los pequeños placeres cotidianos?. ¿que sentido tiene alimentar esos caprichos diarios que nos hacen sobrellevar un día duro de trabajo?.
¿Somos los seres humanos consumidores de pequeñas porciones de felicidad?. Seguro.
La felicidad que nos promete el último perfume de Chanel es inmensa, o el intenso placer de colgarse el último modelo con monograma Vintage de Gucci. Esos zapatos de YSL que prometen pisar las nubes nada más ponértelos ¿son pequeños placeres que nos separan de la verdadera senda de la felicidad?.  Pues confieso, sin vergüenza, que  en mi caso, la senda de una mañana feliz comienza con un croissant en el «Boulevard de les Champs-Elysées» para acabar con una comida en la «Avenue Montaigne».
La frivolidad también es parte de la vida, de ese quehacer cotidiano que nos aleja de un mundo ideal en el que la espiritualidad, la introspección y la amistad están por encima de todo. Soy más del pensamiento de Bertrand Russell, más de afirmar que la felicidad para el ser humano es más una conquista que un ideal. Soy más de pensar que la felicidad conlleva trabajo y esfuerzo, y resignación.
El aceptar que, en ocasiones, las cosas no se pueden cambiar (o no somos lo suficientemente poderosos para cambiarlas)  también ayuda a mitigar frustraciones que nos alejan de nuestro objetivo.
Por todo ello, yo asumo mi consumo de felicidad, inversamente proporcional a mi esfuerzo y soy consciente que mi capacidad para ser feliz depende solamente de mi.
Body by BIANCASHOP1
Bazer by DEVOTA & LOMBA
Skirt by ASOS
Shoes by PINKO

 

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.